martes, 16 de junio de 2015

OTRO "FRENTE" ABIERTO

UN EJEMPLO:
Si en Miranda de Arga llueve, pongamos por ejemplo, 1 litro/m2., y mi patio tiene unos 25 m2 aproximadamente... evidentemente nos caerán 25 litros de agua en el patio. Pura matemática. Agua que en parte se filtra por el cemento (que está viejo y  agrietado) al subsuelo. Con lo que puedo imaginar que debajo de ese cemento,  cuando llueve, la tierra estará como una verdadera esponja saturada de agua. Como no puede evaporarse -precisamente porque está cubierta por el hormigón-, por capilaridad va subiendo por las paredes de casa.
Pero además, aparte de la lluvia que cae del cielo, los tejados de las casas colindantes a nuestro patio recogen toda la lluvia que les cae encima y por unos canalones la desaguan en nuestro patio. Esas son servidumbres de las casas en los pueblos... que si unas están mas altas que otras y no hay otra forma... que si el desague tiene que pasar por aquí sí o sí...  y como 
esos tejados pueden tener otros 50 m2., en nuestro patio no se recogen los 25 litros que "nos tocan", ¡sino que lo mismo llegamos a los 75 litros! 

Y después de dicho esto, y tratando de solucionar los problemas que la capilaridad nos provocaba (y que nos tienen en danza desde el principio), hicimos el arreglo de las paredes de la cocina. Parece que el asunto funcionó, y está el ambiente más saneado y no ha vuelto a salir humedad en las paredes como antes... PERO... como con estas cosas del agua, nunca se sabe, nos ha quedado una esquina que debe ser pariente de Asterix: ¡irreductible! La humedad sigue ahí después de todo un año de espera. 
Así que lo que tenemos que hacer es otro "proyecto" (siempre hay que tener proyectos...) y entre que se estudia, se piensa, se organiza, se pregunta, se prepara y -finalmente- se hace... se nos habrá pasado otro año.

Lo primero, consulto a mi arquitecta, pensamos y buscamos en internet soluciones, me paso varios meses dando vueltas y... ¡ya tenemos otro lío en marcha!

La solución que se nos ha ocurrido (bueno, a la parte técnica-pensante) es la siguiente: lo primero, conectar el desagüe de los tejados ajenos directamente al sumidero del patio para que esa cantidad de agua ni roce nuestro suelo. Ahí ya nos quitamos dos terceras partes del agua que nos acosa.

Luego, levantaremos el cemento viejo, y sobre una cama de gravillas de diversa granulometría (cómo me ha gustado ese "palabro" y qué ganas tenía yo de utilizarlo...) pondremos un suelo de baldosa de césped. Las baldosas estas son las que tienen huecos cuadrados o de otra forma, y se les suele sembrar césped para que quede tan bonito como esto de aquí al lado.

Claro que yo no pretendo poner césped sino rellenar los huecos con la misma gravilla de debajo. Al ser muy abiertas, permitirán la evaporación del agua del subsuelo, y se evitará (crucemos los dedos) que llegue hasta la pared de la casa (y, además, nos quitamos el suelo actual que es feo de ganas).

Luego dejaremos pasar otro año... y a ver si el invento funciona.

ESPERO PARA FINALES DE JUNIO TENERLO, SI NO TERMINADO, BASTANTE AVANZADO.

SEGUIRÉ INFORMANDO.





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