sábado, 25 de enero de 2014

CAMBIO DE PUERTA

Nuestra casa traía ya puesta esa puerta de entrada, que no me gustaba nada, pero que como estábamos metidos en pleno follón de gasto, había que hacer economías.

Además de no ser bonita de ser fea de narices, como es de chapa metálica nos daba continuos problemas a la hora de abrirla y demás.  Sobre todo en verano, cuando le daba el sol toda la tarde, se dilataba y empezaban las dificultades para abrirla. Además, al ser totalmente ciega (aunque llevaba esos dos laterales de pavés), dejaba pasar poca luz y no era hermética contra frío, calor y polvo de la calle. Para ventilar había que dejarla abierta de par en par (varias veces se había metido el gato del vecino a husmear por toda la casa...) ya que no tenía otra posibilidad.

Todos estos problemas en conjunto me empujaban a cambiarla, pero como ya he dicho lo hemos ido dejando. Y al no ser una cosa imprescindible, se quedó en la lista de "futuros". 

Pero el futuro de la puerta ya llegó. Hicimos un diseño (mi arquitecta, ¿quién si no?) y un bonito plano con todas sus medidas para que el carpintero me la realizase a medida del hueco y a gusto del consumidor.

Lo primero fue quitar la puerta anterior. ¡Aquello ya parecía otra cosa...!


Ya que cambiábamos, la pusimos un poco más adentro, para que quedara más resguardada. Ahí aún no tenía el cristal puesto. Y mientras estaba el carpintero, César, trabajando, yo me quedé castigada dentro de casa, porque para salir había que hacer salto de valla, y no estoy yo para estos excesos... 


Luego vino lo que siempre tiene que pasar: la cagada de turno. Yo había encargado el cristal transparente. Que a mi me gusta ver la calle desde dentro y si por cualquier causa no quiero que me vean a mí, pues ya pondré una cortina que lo impida. Pero entre que yo te digo que tú me dices... no nos entendimos bien el carpintero y yo. Y la cosa es que el cristal que trajo es translúcido. Y no me gusta demasiado (vamos, que me gustaba transparente y punto), pero como no es cosa de otra vez empezar a esperar que lo hagan de nuevo, etc.etc., pues de momento así se ha quedado. Tengo que reconocer que en el interior, la luz que entra con este cristal es muy bonita. Pero con la madera de la puerta me parece que hace demasiado contraste y no termino de verlo. Así que ahora el siguiente paso será "cambio de cristal"... ¡y que no terminamos nunca! Pero eso será para un futuro (muy alejado).


Una vez colocado el cristal y la puertecilla lateral, así es como queda, vista desde el exterior y desde el interior. 
La puertecilla lateral tiene la función de ventilar y se puede dejar abierta incluso cuando nos vamos de casa, porque queda muy estrecha y por ella no se puede acceder. Incluso si alguien metiera la mano (o el brazo) no alcanza a la manilla de apertura, y en el hipotético caso de que alcanzara, no hay más que dejar la llave pasada, y no hay ningún peligro de que pase nadie al interior. 
Cuando estuvo totalmente ajustada y terminada, vino el albañil a suprimir los pavés anteriores y rematar bien todo. Tuvo que poner el peldaño de acceso nuevo y los remates laterales. Un día y medio de trabajo en total, y ya tenemos nuevo acceso a nuestra casa.

Ahora falta rematar la pintura (eso me toca a mí), y ¡habremos superado otro nivel!

jueves, 16 de enero de 2014

VOLVIENDO A AQUELLO DE LOS "IMPREVISTOS"

Que no se acaba nunca una obra, no. Pero bueno, también eso forma parte de la diversión. La parte mala es que -al final- siempre acaba costando dinero y dando trabajo. Pero hay que fomentar la economía, que la crisis es muy mala.

Total, todo este preámbulo para decir que nuestras famosas humedades en la cocina de la casa, tienen que solucionarse de alguna manera. Hemos puesto un aparato que modifica la polaridad del agua que asciende por capilaridad en los muros (¡toma!) y que tal parece como magia potagia. La magia será cuando veamos que funciona; si no, será potagia y a la porra con el aparato. Y si no funciona, tendré que reclamar, que me dieron garantía.

La marca es MUROTERM.  En su página explican todo el proceso de desecación de las humedades y si alguien tiene mucho interés lo puede mirar ahí. No voy a copiar todo, porque viene a ser como una clase magistral de física y ya hace tiempo que mi neurona no está para tantos trotes.

Pero resulta que la pintura que tenemos en la pared es plástica. Tan tan plástica, que hace una película impermeable sobre el muro que no deja transpirar a la pared. Así que la humedad va a tardar mil años en secarse. 
Y para evitar eso, lo mejor es rascar la pintura y dejar que se seque todo bien antes de proceder a la reparación y nuevo pintado de todo.

Así que me he provisto de un trasto similar a este:



y me he puesto dale que te pego a quitar pintura. Después de varias horas de trabajo, he dejado el suelo hecho una cuadra, eso sí, pero el trabajo no avanza nada. Cuesta una barbaridad, incluso con el aparato eléctrico, porque la pintura está muy pegada a la base. Así que al final he ido quitando lo que buenamente estaba más flojo, y así se ha quedado. Algo ya respirará el cemento y esperemos que para la primavera se note la diferencia.




domingo, 12 de enero de 2014

VERGALIJO

Cuando vas al pueblo desde Peralta, la carretera pasa por un lugar curioso: Vergalijo. Desde la primera vez que pasamos por allí (veníamos de firmar la escritura de compra de la casa en el notario de Peralta), nos llamó la atención la silueta de su iglesia, en lo alto de una pequeña colina.

No teníamos ni idea de lo que era aquello. Es un sitio pequeño y además parece despoblado.

Pero investigando un poquito, ya sabemos que en la actualidad es una aldea que pertenece al municipio de Miranda. Fue creada a principios del s.XX por Felipe Modet, que adquirió los terrenos comunales del pueblo (creo recordar que ponía que son más de ¡20 millones de metros cuadrados!). Llegó a estar habitada por más de 150 personas, pero actualmente (2013) sólo están censadas dos.

Allí trabajaban todos los habitantes como obreros en la finca, y tenían servicio de correos, molino que proveía de electricidad, escuela y la ermita que antes he mencionado. Actualmente, aunque sigue funcionando la explotación agrícola, los pocos trabajadores de la misma residen en Miranda o en otros pueblos del entorno.

Algunas casas aún están en condiciones, pero la iglesia está completamente abandonada y en ruina. Supongo que algún día tendremos que hacer una excursión para ver el sitio en directo.

Más información sobre la historia de esta aldea, pinchando aquí.

sábado, 11 de enero de 2014

UN POQUITO DE HISTORIA

Buscando por internet, que es por donde ahora hay que buscar cualquier cosa que necesites, he encontrado algunas informaciones sobre Miranda. Y en la enciclopedia Auñamendi, datos interesantes.

Según parece, el casco urbano se fue ampliando a lo largo de los siglos, y distinguen varias etapas en su construcción:
Una (etapa) primitiva en la que los moradores se vieron obligados a buscar un asentamiento seguro, de fácil defensa, y que cristalizó en un apiñamiento de las casas en torno a la plaza e iglesia, bajo la silueta tutelar del castillo. La villa quedó convertida en una plaza fuerte arropada por defensas naturales: barranco que corre de noroeste a sur para desembocar en el Arga y montañas que la cobijan al norte y este. Varias puertas que se cerraban todas las noches y cuyos nombres todavía perduran en la toponimia local, en verdad que sin mucha originalidad, completaban el círculo defensivo: 'Portal del Monte', 'Portalejo' y 'Portal'. 
La segunda etapa corresponde a la Edad Moderna. La paz y los intercambios comerciales acarrearon un mayor bienestar, que se tradujo en la ampliación y saneamiento de las casas, regularización de las calles y ensanchamiento de las plazas. Miranda, sin rebasar su atrincheramiento, se rejuveneció. 
La tercera etapa se inició en los años cincuenta y todavía no ha concluido. La revolución agrícola, la necesidad de almacenes más espaciosos, los avances en la modernización y confort de las viviendas, animaron a los mirandeses a 'bajar' al llano. El viejo cordón murado quedó franqueado, contruyéndose bloques de viviendas sociales, perfectamente pavimentadas, regulares, bien iluminadas, simbolizan el progreso y ponen el contrapunto a las fachadas antiguas y blasonadas. El centro neurálgico de la diversión y reuniones sociales también descendió: las entrañables tabernas del aguardiente mañanero y el vino tras el trabajo, cerraron sus puertas y se vieron sustituidas por amplios bares dotados de salones de baile.

Así que según esto que dicen, nuestra casa está la zona primitiva.

Vamos, en lo más antiguo del pueblo, que ya se ve en el plano que tiene un trazado redondeado, como pueblo medieval que es. Y doy fe de que sigue habiendo: una  calle "Portal del Monte", el "Portalejo" que es la plaza de la torre del reloj, y la plaza del ayuntamiento, que es simplemente "el Portal". También hay otra zona en la calle Baja, que se llama "el Portillo". En el Portal, es donde transcurren todas las actividades del pueblo. Todas-todas. Las vacas, el chupinazo, los gigantes, Olentzero y Maridomingi, las fiestas (de verano, del euskera, del mundo rural, de los cazadores...). Todo absolutamente pasa en "el Portal".

En cuanto a la calle Portal del Monte es muy complicada, porque gira, gira, da vueltas y acaba rodeando unas casas y volviendo al punto de partida. Vamos, un lío.
PORTAL DEL MONTE

EL PORTAL

EL PORTALEJO
También puedo atestiguar que -efectivamente- los bares del pueblo (tres) son amplios (amplísimos) y tienen salones de baile, aunque ahora ya estén en desuso.

martes, 7 de enero de 2014

EMPEZARÉ BIEN EL AÑO SUBIENDO ALGUNAS FOTOS

Según entras en el pueblo, viniendo de Donostia (o sea, desde Tafalla), entre dos calles hay un rinconcito que aquí se ve con los árboles deshojados, pero que en verano resulta un sitio con una sombra muy interesante (teniendo en cuenta la caló que hace).

Justo detrás de ese banco es por donde entran los autobuses que dan servicio al pueblo, y llegan a una explanada donde hacen el giro para volver.

En la siguiente foto se puede ver la marquesina del bus... así como un rebaño de ovejas que pasaban en ese momento tolín tolón y que dejaron el camino "regado" y "perfumado"... jeje, las delicias del campo.







Otra cosa del pueblo que le gusta mucho a Hugo son las "callejuelas", como dice él. Esas calles pequeñas, que dan una vuelta alrededor de una casa y te llevan otra vez al mismo sitio, o que no tienen salida, como esta que tenemos muy cerca de casa, y que al no tener tráfico normalmente están limpias y cuidadas.



O esta otra que sube, sube, y comunica la calle Navío con la calle Pilares (que es la calle principal del pueblo, porque sale del ayuntamiento y llega hasta la iglesia).  Esta pequeña callejuela con escalones es muy importante en las fiestas, porque como cierran todos los pasos a la calle Baja es el único medio de acceder desde nuestra casa hasta la plaza del ayuntamiento. Si no, te quedarías encerrado hasta que terminan las vacas. Así que muy práctico el atajo.