Son buenísimos. Ahora es el mejor momento para comerlos; así me enseñaron el refrán: Los de abril, "pa" mí, los de mayo "pal" amo y los de junio, "pa" ninguno.
Lo de los plásticos negros es para que no les de el sol cuando asoman, y se mantengan las puntas blancas. Si les da el sol, la fotosíntesis hace su trabajo y se ponen verdes...
Y mira que habremos comido espárragos en nuestra vida, y yo no había visto nunca cómo crecen ni cómo se cosechan.
Y hoy hemos podido salir de nuestra absoluta ignorancia.
A la hora de recogerlos, van apartando el plástico y ahí están todas las puntas asomando de la tierra. Se coge la herramienta que es como una gubia curva, pero en grande, se mete en la tierra y se corta el espárrago desde la base. Con un pequeño empujón para arriba, sale perfecto.
Para comerlos, lo más habitual es hacerlos cocidos.
Se pelan bien (esto hay que hacerlo siempre, da igual cómo se cocinen) quitando bastante la parte exterior que queda dura, y cortando un trozo de la parte más alejada de la punta. Se ponen a cocer en agua con sal, y cuando están tiernos, se escurren y ¡a comer! Si están aún tibios, más deliciosos aún.
Con el horno ya caliente, a 150/180º, se dejan entre 50 minutos y una hora. Al sacarlos, un poco de sal gorda... y es de lo más delicioso que se puede encontrar.
¡ESTÁIS TODOS INVITADOS! ...
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