domingo, 8 de abril de 2012

LOS IMPREVISTOS PROPIOS DE TODA OBRA QUE SE PRECIE.


Como no podía ser menos, en esta obra empezaron a salir los imprevistos. Que son imprevistos en cuanto a que no se sabe de qué clase serán. Pero que habrá unos cuantos... eso está más que asegurado.
En principio el suelo de la cocina se iba a quedar como estaba. No era ni feo ni bonito, un mármol de color granate, viejecillo y apagado, pero pasable. Pues muy bien; así, eso que nos ahorramos...
Pues no. Que está un poco desnivelado y abombado. Que será mejor quitarlo todo porque así saneamos y ponemos un aislante. Y de paso, las conducciones que pasan por debajo las ponemos bien puestas y nuevecitas... IMPREVISTO.




Y ahí está, todo el suelo quitado, todo patas arriba, a la espera de que nos decidamos por una baldosa para colocarla y dejarlo todo estupendo.










Luego hubo que quitar un pilar que estorbaba. Mirando un poco, era hueco, o sea que se podía quitar. Pero... dentro escondía un poste de madera, que aguantaba la viga grande de madera que aguanta las vigas de madera, que soportan el tejado.

Llamada a mi arquitecta de cabecera y a buscar soluciones. IMPREVISTO.








En el pequeño pasillo del primer piso, queríamos quitar el tabique de separación con la habitación de paso. Pero al nivelar el suelo del piso superior, y quitar el techo falso de esta zona, se descubrió una viga que estaba hecha puré. Literalmente deshecha. Tuvimos que desistir de quitar el tabique... por si acaso.

Así que nuevamente a estrujar la neurona y solucionar el problema. IMPREVISTO.





Pero qué le vamos a hacer. Es lo que pasa cuando se hacen obras en casa vieja. Y en algo hay que ocupar la mente. Así que, poco a poco, se han ido subsanando esos inconvenientes, y ahí vamos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario