viernes, 30 de marzo de 2012

LLEGÓ EL 12 DE OCTUBRE.



Aprovechando que el 12 de octubre es fiesta, volvimos a organizar excursión para ver la casa. En esta ocasión conté con la experta arquitecta que tenía que dictaminar si la casa se iba a caer o no. O sea que de su opinión dependía que la operación se ultimase o se deshiciera.
Así que quedamos en Tafalla el día 11 por la tarde, mi arquitecta de cabecera que venía de Barcelona, mi nieta y yo. Nos quedamos a dormir allí y a la mañana siguiente tempranito, nos pusimos en marcha hacia Miranda de Arga.

Esta vez sí que nos fijamos en todo, y sí que hicimos unas cuantas fotos. La fachada de la casa no es espectacular, ni de piedra, como muchas en el pueblo, pero tiene su encanto con las ventanitas desiguales y desalineadas. También tiene un medio muro de piedras asomando de la pared que le da "una cierta categoría"... :-)

Atravesando toda la planta baja, al fondo está el patio. No es tan pequeño, pero está lleno de tejadillos viejos, sucios y con uralitas roñosas que hay que eliminar por completo. Ocupan mucho sitio y quitan luz.


Además, hay un regrueso de muro que realmente no sirve de nada, y que nos quita un buen espacio. Lo primero que habrá que hacer es vaciar completamente el patio de todo lo que está estorbando, y así aprovecharemos toda la superficie.




Los suelos de toda la casa son de lo más divertido, porque cada una tiene un suelo diferente, y en algunas habitaciones el suelo tiene varias baldosas diferentes.
El damero blanco y negro está muy bien. Otros son más feos. Y al final hasta le cogí cariño a ese muestrario de colorines y tal vez lo dejaremos así. Además, ya se sabe... ¡nadie es perfecto! 

Todo está un poco "a medias"... Hay unas puertas nuevas a estrenar, y otras viejas que no valen para nada. Tiene hecha la instalación de calefacción, pero no llega al segundo piso. Algunas ventanas son recientes, y otras viejas que se tienen que sustituir.
Y -cosa muy importante- en toda la casa no hay más que un cuarto de baño en la planta baja. Teniendo en cuenta que podemos llegar a coincidir (aunque no sea más que dos o tres veces al año) hasta trece personas, se me antoja totalmente insuficiente un único baño a repartir. Hay que pensar en cómo y dónde se pueden instalar otros dos baños. Esto va a acabar pareciendo el chalet de la Preysler. Aquel que tenía (dicen) trece cuartos de baño... aunque también decían que tenía cuarenta habitaciones, y ese no es nuestro caso.

Resumiendo. Mi hermana-arquitecta se curró la medición de toda la casa para hacer unos planos como es debido. Se miró y remiró todo de arriba abajo y con su ojo experto me dio permiso para hacerme con la casa. Así que nos marchamos de allí con la decisión tomada, y para hacer nuestra oferta definitiva por la casa, quedamos a la espera de tener los planos y contar con lo que es el intríngulis de la cuestión: ¡el presupuesto de la obra!

Esto lo veremos en el capítulo siguiente.

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