

Cuando venimos a Miranda por la autopista, se ve ese pueblo, encaramado en un pequeño monte, pero no sabíamos nada de ese lugar. En lo alto, la iglesia, y las casas todas en unas cuestas que ya podéis suponer son muy empinadas.
El pueblo está muy cuidado, tiene numerosas casas de piedra, muy señoriales y muy bien restauradas... las calles adoquinadas, y se veía todo muy muy limpio. Eso sí: personas, pocas. Creo que nos cruzamos con una docena como mucho.

Luego, el esfuerzo tiene su recompensa, porque la panorámica desde allí es verdaderamente espectacular.


¡Hasta la próxima excursión!
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