jueves, 14 de junio de 2012

SECCIÓN DE ALFOMBRAS Y MANUALIDADES



Este es un apartado que no es específico de la casa y su obra, pero que se relaciona con ella.
Tengo un amigo, Mikel, que es decorador. Y de los buenos. Tiene (o tenía) un estudio de decoración y contaba con un "showroom" espléndido, en una preciosa zona de San Sebastián, la calle Prim. Para los que no conozcan el sitio (ja, como si fuera a tener lectores ajenos), en esa calle se da la mayor concentración de edificios modernistas que hay en San Sebastián; tienen vistas al paseo junto al río, y es de lo más señorial.

Bueno, pues a lo que iba. Mi amigo decorador se jubila, y cierra el negocio. Un buen día me llama y me dice... "Tengo retales de telas muy baratitos, por si te interesan".
Y como estoy en la Operación Amueblar y Vestir Casapueblo, allá me fuí a ver lo que tenía. Cogí unos trozos de telas estupendas y preciosas, con la idea de hacer una colcha o edredón, y me regaló un montón de pequeños retales que combinaban muy bien. Y según llegué a casa  me puse como una máquina a coser trozos y trocitos para hacer un simil-patchwork que ahora luce estupendamente en casa...
Y se me ocurrió mandarle una foto para que viera el resultado.

Ahí fué cuando empezó todo... LA INVASIÓN DE LOS MUESTRARIOS DE TAPICERÍA.

Ya se sabe que en ese sector trabajan siempre con muestrarios para que los clientes elijan cómo va a ir su sofá, o las cortinas del dormitorio, o los asientos de las sillas. Pues bien, mi amigo tenía decenas (si no centenares) de muestrarios de todo tipo: gasas, muselinas, yutes, algodón, seda natural, terciopelos, lanas, chenillas, brocados, rasos, etc. etc... ¡madre mía, cuantas clases de textiles existen! ¡y cuantos colores! Lisos, estampados, irisados... Con flores, con lunares, con rayas... Estilo clásico, moderno, hippie, provenzal... Para tapizar, para hacer visillos, para cortinas de cocina, para habitaciones infantiles... La lista es interminable. Porque la cuestión es que me regaló un montón (literalmente, ¡un monton!) de muestrarios.
Y eso sí que es una oferta que no se puede rechazar. Llené diez carros de compra y me los fui trayendo a casa. ¡Una invasión en toda regla!

Y entonces viene la pregunta... ¿ahora qué hago con todo esto? Y va la respuesta... ¡alfombras! Me dió una especie de ataque creativo y estuve una semana que no hacía otra cosa que seleccionar muestras, combinar colores, adaptar tamaños...
Esta es la primera que hice, para que mi hermana/arquitecta la lleve a su "casapueblo".


Luego vinieron más... 





























Entonces como ya no tenía más sitio para poner alfombras... pues patchwork para hacer mantas, cortinas o colchas.





Y ahora tengo en el pueblo, además de tres o cuatro cajas enormes llenas de telas, una máquina de coser heredada de mi hermana y cada vez que vaya... ¡zas! allí quedará una pieza de pura artesanía para goce y admiración de las futuras generaciones.

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